martes, 3 de marzo de 2009

Una historia de dislexia.

Hace un tiempo, un niño no se apañaba con los libros que cada día debía llevar a la escuela. Lo intentó pero hacerse una pequeña tabla con los día y las asignaturas le superaba, así que decidió llevarse los libros todos los días. Le costaba enormemente asociar los días de la semana a las asignaturas.

El niño, se veía obligado a llenar la mochila de libros debido a que no se apañaba y se excusaba diciendo que así disponía en todo momento de ellos para poder estudiar si surgía la ocasión.

Se le veía como un porteador inclinado por el peso "del conocimiento".

Alguna vez si se vio sorprendido cuando algún profesor preguntaba por el libro de alguna otra disciplina, quedando como una especie de heroe, cuestión evidentemente que no pagaba el precio de tener que llevar todos los días la mochila llena a clase.

Aquello fue durante un perido relativamente corto, y no deja de ser una historia curiosa pero en algunos niños esto se repite, hoy día innecesariamente.

Esta triste historia está basada en un hecho real.

1 comentario:

Diamante dijo...

Que bonita hostoria, se le pilla muy bien la metafora.