domingo, 25 de noviembre de 2012

En pleno siglo XXI


Hoy día, con todos los adelantos y conocimientos nos extrañamos de algunas situaciones, y decimos, que parece mentira que esto o aquello esté sucediendo ahora, en el siglo en el que vivimos.

Esto es lo que me ha pasado hoy en una conferencia sobre dislexia. En primer lugar, tenía cierto miedo a que la figura de los papás, esos "gilipollas" que no hacen otra cosa que malmeter e incordiar a todos se enfrentasen con "el resto de la gente" pero no, no ha sido así. ¡Sorpresa...!

La conferencia ha estado muy bien, francamente bien, con lleno total y con una presentación y una exposición por parte de del ponente, realmente buena. Él, psicólogo, maestro y pedagogo, se ha molestado incluso en, de manera somera, ponernos en situación aportando una pequeña historia de la escritura...

Lo que no entiendo es lo que llega después, y no entiendo que pase esto en pleno siglo XXI.

En lugar de generarse un discurso constructivo que aporte soluciones a los problemas que la dislexia nos plantea, los diferentes colectivos se han tirado los trastos a la cabeza, pedagogos, psicólogos, terapeutas... a ver, ¿quien más había...?, ah, si, había cuatro mamás, pero justamente ha sido una mamá la que ha puesto el broche de oro con una intervención realmente digna, positiva y que entiendo, ha sido una buena lección. Espero que los asistentes, además de escuchar, hayan entendido porque ha sido un momento realmente digno, de hecho hemos aplaudido muchos de los asistentes.

Por lo que a mí respecta... joder, cuanta insatisfacción me está dando la puta dislexia. Además de estar apretando el culo varios días para hacer una presentación correcta, en valenciano, dejándome la pestañas , hasta entrada la noche para que no hubiese ninguna falta de ortografía ni de gramática, repasando 15 veces el texto en el que encontraba cada una de esas 15, una falta de ortografía, donde he medido las palabras, he limado las asperezas y he intentado dar una visión correcta, preparando imágenes y textos con sumo cuidado y cariño,  para en 15 minutos acabar. Además de todo esto,digo... me salen dos desgraciadas que no han hecho otra cosa que hablar mal de todo y de todos.

Ahora resulta que si, que la dislexia es una enfermedad, y que  los profesionales que tratan a nuestros hijos no trabajan... no me lo puedo "de creer", en pleno siglo XXI. Bueno, así es la vida... y como reza una frase que comentó un amigo, no se pierde mientras no se abandona... y de momento seguimos, menos mal que han habido intervenciones correctoras, aunque el amargo sabor no ha desaparecido.

Pese a que no se si esto me ha "matado" o me ha alimentado... el esfuerzo ha sido tanto... incluso luchando contra mi propia dislexia que aún no he reaccionado del todo.

Realmente soy consciente de que el resultado final ha sido positivo. Se ha hecho lo que se tenía que hacer pese a la dislexia; han quedado todos un poco impregnados de aquello que queremos, conocimiento. Que la gente se impregne si, pero... ¡que estemos así... con este tema... en pleno siglo XXI...!                  
     

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